"Los besos lastiman", me dice hija mayor.
Apenas pasaron unos minutos de las 8 de la mañana y, por más que intente una respuesta rápida y convincente, me resulta imposible rebatir esa afirmación.
"Tenés razón", atino a decirle con un dejo de tristeza y admiración por semejante percepción.
Es verdad que los besos lastiman, sobretodo aquéllos que cierran un amor. O la vida.