viernes, 11 de febrero de 2011

#16: El improvisador


El Improvisador improvisaba en un improvisado escenario callejero acerca de la improvisación. Multitudes se reunían, sorprendidas por la calidad de sus exposiciones. Aplaudían a rabiar y, de cuando en vez, dejaban algunas monedas como retribución a tamañas improvisaciones. Aunque también estaban los Estafadores de Siempre, que improvisaban dinero con piedras o tapitas de Coca-Cola.

El Improvisador ganaba poca plata, pero muchas mujeres. Cada día, al terminar sus disertaciones, algunas jóvenes se le acercaban en busca de un beso improvisado al ocultarse el atardecer. Se convirtió así en un galán que improvisaba diferentes discursos amorosos a su amante de turno. Muchas de ellas, enloquecieron por tanto amor improvisado.

Los Muchachos de la Esquina quisieron imitar al Improvisador, pero no tuvieron en cuenta que se trataba de talento innato y no de una táctica para conquistar mujeres. De modo que muchos de ellos terminaron, en el mejor de los casos, rogándole a la prima fea de algún desconocido que le diese un beso debajo de un naranjo. Su fama fue creciendo y las señoras casadas se bañaban, perfumaban y pintaban con la ilusión que el Improvisador pasase por su vereda y les improvisase un piropo. Inclusive, algunos adolescentes cambiaron la escuela por las improvisadas “Declaraciones de amor para las rubias” o por las “Instrucciones básicas para romper una relación frustrada”, temática que sus seguidores solían pedir que sea tratada. Algo que podría haberse tornado repetitivo, si no fuese por la poca memoria del Improvisador, que al día siguiente no recordaba lo dicho la tarde anterior. Eso le trajo infinidad de problemas con casi todas las mujeres que pasaron por su vida quienes, desconcertadas, no entendían cómo habían pasado de ser “el amor de su vida” a un simple espécimen del sexo opuesto al que veía “sólo con ojos de amigo”.

Todo ello, hasta que un día el Improvisador se enamoró de una morocha. Fue tanto el miedo que tuvo a perderla (sin antes tenerla) que imploró a los Dioses ser una persona normal. Así fue que, el día de la consumación de la declaración, el Improvisador no pudo improvisar palabra alguna. Y la joven, cansada de esperar que la sorprendiese con al menos una de las improvisaciones de las que tanto había oído hablar, decidió partir con un muchacho que improvisaba un paraguas con una carpeta ante la inminente lluvia.

El Improvisador intentó improvisar parches para el corazón, pero no pudo. Caminó improvisando el recorrido, hasta que la vida le improvisó una muerte y terminó debajo de un colectivo de la Línea 101.


miércoles, 9 de febrero de 2011

#15: La nada y las estrellas


“Por suerte, los suicidios no vienen en envase descartable”, pensó, mientras le hacía un nudo a la soga.
En el galpón, el polvo dejaba suponer el universo en un haz de luz.

“Las asperezas del alma no se liman como las uñas”, se dijo, mientras acercaba el banco de madera.
En el haz de luz, las partículas de tierra parecían estrellas. Infinitas. 
Con sólo atravesar la mano, todo se convertía en nada.

“No es bueno correr detrás de uno mismo”, quiso convencerse mientras, subido en el banco de madera, colocaba la soga en su cuello.
La nada implica carencia de todo. Oscuridad. O tal vez claridad absoluta.

“Por eso no me persigo. Y si fuese de ese modo, seguramente ya me hubiese perdido el rastro”, concluyó. 
Y corrió el banco con la punta del pie.


Su cuerpo rompió la calma del haz de luz con suaves movimientos pendulares, mientras dejaba de ser para transformarse en nada.
Infinito, como las estrellas.

Agosto/05


domingo, 6 de febrero de 2011

#14: Lo de siempre

El tema era sencillo. Él estaba enamorado de ella y ella no sabía de su existencia.

Se llamaba Marco y cada quinto día de la semana observaba su caminar.
Se llamaba Venecia y todos los jueves pasaba frente a la casa de él.

Pasaron varios jueves o quinto día por la tarde, siempre ante la indiferencia de Venecia y el oculto amor de Marco.
Así fue hasta que, finalmente, él decidió acabar con el sufrimiento que lo embargaba.

Despertó un miércoles o cuarto día y la esperó durante horas.
Venecia nunca apareció.

Con el paso del tiempo, Marco olvidó.
Olvidó que el mundo no estaba perdido, aunque esa fuera la realidad.



Soundtrack: "Como el cangrejo", Iván Noble.

viernes, 4 de febrero de 2011

#13: Indefectible reducción

Cuán difícil es convivir entre la contradicción de tus palabras y tus besos; entre lo tangible y tu perfume; entre la distancia, tu pelo negro y el olor de tu voz; entre lo real y lo imposible.

Lo fáctico se reduce indefectiblemente al dolor que provoca el olvido.


jueves, 3 de febrero de 2011

#12: Acerca de los escritores y sus Musas

El saber popular afirma que los escritores tienen, en las Musas, su fuente máxima de inspiración. Del otro lado, los detractores desaprueban su existencia y sostienen que las creaciones literarias son parte del ingenio poético propio de cada escriba.
Sin embargo, este humilde servidor hará referencia a las Musas como algo real, identificable en la belleza no terrenal de una mujer.

Algunos escritores las encuentran a la vera de la vida o un café. Eso sí: una persona puede tener sólo una musa por vez. No es cuestión de andar aprovechándose de la situación para lograr un "best-seller". Quienes tienen menos suerte simplemente intentan imagárselas -sin haberlas conocido- y elaboran mediocres opúsculos sobre batallas y muerte. Otros, aquéllos que no consiguen establecer el Vínculo, terminan suicidándose sin dejar nota alguna.

Pero ¿quiénes son las Musas? En la mayoría de los casos, hablamos de seres inalcanzables para alguien terrenal, mujeres cuyo fin último es servir de inspiración y fuente de sabiduría inexacta.

También es importante destacar que el éxito de los escribas está directamente relacionado con la capacidad que tenga la musa para seducirlo. Por ese motivo existen Escritores de todo tipo. Están los que, gracias a su musa alcanzan el máximo reconocimiento, récords de venta, fama y distinciones. Y también los que apenas viven de los besos que alguna mujer les da como limosna por un amor no correspondido.

Al momento de éstas líneas, estimado lector, este redactor no había logrado dar con ninguna, motivo por el cual resulta imposible realizar una descripción más profunda.
Mientras tanto, seguirá elaborando opúsculos mediocres para un público como usted.




Soundtrack: "Woman", John Lennon.