viernes, 11 de marzo de 2011

#17: La noche del amar


La noche ya no es tal. En la roñosa habitación del hotel de paso, el aroma al tabaco rancio se entremezcla con el sudor viejo de nuestros cuerpos. Amanece. Me asomo a la ventana. El vidrio empañado llora la descompensación de los ambientes. Afuera el intenso frío del invierno se encargó de ahuyentar a los trasnochados. Adentro el sopor, la asfixia, la respiración cortando el silencio y tus suaves movimientos entre las sábanas. En una copa aun quedan vestigios de vino y en el cenicero un cigarrillo mal armado a medio fumar. Lo enciendo. La primera pitada apesta, como este maldito julio, extraño, húmedo, triste. 

La noche previa al amar caminamos bajo la lluvia. Reías como una loca, buscando atajos para escapar a tu realidad. Decidiste no abrir el paraguas y comenzaste a pisar cada uno de los charcos y baldosas flojas a lo largo del camino. Nada importaba con tal de verte sonreír.

Volteaste después que exhalé una espesa nube de humo. Un haz de luz intentó colarse por medio de la cortina gris, idéntica a la habitación, al día, a la noche, a tu corazón. Entre sueños, balbuceaste una frase que no entendí y giraste sobre tu lado derecho, dejando al descubierto la espalda, blanca, desnuda, desprotegida.

La noche previa al amar juraste que no amarías. Al menos, no a mí. Una mentira más, de esas que solías pergeñar cada vez que te enamorabas de un momento. Nos besamos en la breve escalera de una casa abandonada. Tus párpados temblaban. Mis labios también. 

Sentado en esta silla de madera, aun puedo divisar el poema que escribí en tu cuerpo con el labial berreta que llevabas en la cartera junto a un espejo pequeño, los pañuelos de llorar, dos caramelos de menta y algunas monedas de baja denominación.

La noche del amar, desgarramos nuestras almas bajo una tenue luz de un foco amarillo que colgaba del techo. Todo. Y nada. Extraña síntesis.

Despertaste pasadas las ocho. Tímidamente, evitaste mostrar tu desnudez y escapaste, envuelta en una larga sábana, con tus pertenecías a medio recoger.

Pasaron ciento cuarenta y dos días desde aquélla noche. Y aquí estoy, con el labial berreta entre mis dedos e intentando recordar cómo era yo sin vos.




Soundtrack: "Que te pedí", La Lupe.